lunes, 16 de julio de 2012
0 The Tortured
Cuenta una vieja leyenda urbana la existencia de un espíritu violento, al que años de apariciones lo han bautizado como The Tortured (El Torturado), y según dicen, se trata del espíritu de un asesino que, atrapado en los tiempos de los reyes católicos, fue quemado vivo en la hoguera por la mismísima inquisición tras varios días de intensa tortura, prometiendo venganza contra todos aquellos que profesaran la religión católica.
Todo signo religioso cristiano, especialmente imágenes o figuras de Jesús, es susceptible de atraer la atención de este peligroso ente hasta tu misma casa, donde permanecerá por el periodo de un mes, ni un día mas, ni un menos. La indicación de que el torturado ha entrado en tu casa es que los símbolos religiosos como cruces o imágenes de santos temblaran de forma extraña como si hubiera un pequeño terremoto, pero el resto de la casa apenas se moverá. hay que tener claro que el torturado no es un espíritu amistoso, y de ninguna manera se debe retarle a manifestarse o provocarle, lo mejor que puede hacerse es ignorarlo hasta que se marche, aunque eso no siempre es fácil.
Durante el mes completo que el torturado pasara recorriendo tus pasillos notaras un frió extraño cada vez que entres o salgas de una habitación, y sentirás como una presencia agobiarte te vigila sin descanso. Por la noche, cuando estés acostado oirás en ocasiones campanas similares a las de las de una iglesia, y no podrás dormir aunque estés muy cansado, con lo que la situación empeorará cada vez más.
Nunca, bajo ningún concepto se te ocurra recurrir a la ouija para contactar con este espíritu, o puedes salir muy malparado, ya que el torturado es un asesino, y no dudara en matarte si intentas invocarle. Tras aguantar como puedas durante esos días interminables el torturado se ira, pero no sin antes presentarte sus respetos.
La ultima noche que el espíritu pase en tu casa te sumirás en un profundo sueño, un sueño que poco a poco derivara en una espantosa pesadilla de la que despertaras de golpe, encontrándote frente al torvo rostro calcinado del psicópata, para después caer en un profundo sueño y despertar a la mañana siguiente con varios símbolos religiosos rotos, pero libre de la presencia del espectro.
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