
Entró, y no había nadie dentro. Se desplomó en la única cama
que había, y a la mañana siguiente le explicaría al dueño lo que pasó. Se
asombró por la decoración de la cabaña, estaba llena de retratos muy raros, con
caras y personas horrorosas. Estaban llenas de maldad y odio. El cazador se
acostó mirando a la pared, para no ver las horroríficas caras de los retratos.
Curiosamente, el fondo de la mayoría de los retratos era igual a las afueras de
la cabaña.
A la mañana siguiente, despertó cegado por una luz que le daba justo en
la cara. Se dio vuelta y vio que la cabaña no tenia ningún retrato, solo
tenía ventanas.
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